El txoko de Blocion: Olvida mi nombre, de Zerocalcare

Zerocalcare (Italia, 1983) recibe una terrible noticia: su abuela materna ha fallecido. La misma que en su infancia le llevaba todos los lunes sin excepción al zoo y que le prometió cuando tenía 4 años que no se iría hasta que fuese “todo un hombre”. Michele Rech (nombre real del autor y protagonista de este cómic) no se siente en absoluto un adulto, puede que se haya independizado y que pueda vivir de su trabajo. Pero se siente incapaz de aceptar la responsabilidad de ser adulto, de admitir que su madre se puede derrumbar con las cargas que tiene encima, de organizar el funeral y admitir la historia de su familia. En resumen: de madurar.

Zerocalcare narra el proceso del duelo por su abuela, de cómo se le cura su síndrome de Peter Pan y de cómo necesitamos conocer la historia de nuestra familia. Aunque visto así puede parecer una obra con mucho dolor, también hay sitio para el humor. Se intercalan anécdotas de su infancia, conflictos con su madre (representada como una enorme gallina clueca), su abuela (dibujada como una gallina pequeña y delgada, casi un pollito) y su padre (que es un pato), además de diálogos desternillantes con un armadillo sin pelos en la lengua que sólo él puede ver y que funciona como una “anti-conciencia”. 

También expresa el amor que siente por Rebibbia, el barrio de Roma donde creció y el único lugar del mundo en el que se siente seguro; aunque fuera de él tiene la fama de ser un pozo de marginalidad y tener una de las mayores prisiones de Europa. Todo esto conforma la primera parte y me parece que consigue la complicidad del lector alternando risa y llanto y haciendo continuas referencias a cómics, series y películas. Vamos, que me han entrado ganas de tomarme unas cervezas con Zero para que me cuente más anécdotas de su barrio y de su familia.

Pero después la historia se centra en el descubrimiento del pasado de su familia terminando con una trama de fantasía que a mí me ha chirriado mucho. Al ser un cómic que en teoría es biográfico esa licencia que hace el autor me parece una tomadura de pelo al lector. A mí me hace dudar de la veracidad de todos los hechos narrados y me ha hecho perder la complicidad que tenía la primera parte.

En cambio, el dibujo de Rech me parece magistral, controla completamente su estilo y saber captar a la perfección las emociones, tanto de personas como de animales, tanto realistas como antropomórficos. Roza la perfección porque controla su estilo y consigue lo que él desea. Se nota mucha madurez al respecto. Es tan bueno que consigue salvar en parte el problema de cómo resuelve la trama que le ha dado cohesión a todo el tomo.

En resumen, un cómic muy interesante, pero me ha dado la impresión de que o no se atrevía a contar lo que descubrió de su familia, o que si lo hizo lo ha adornado con tanta fantasía que me ha descolocado.

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