La Biblia de neón, de John Kennedy Toole

Título: La Biblia de neón

Autor: John Kennedy Toole

Editorial: Anagrama

Año de publicación: 1989

Páginas: 186

ISBN: 8433931679

Para entender y valorar La Biblia de neón hay que conocer la historia de su autor, John Kennedy Toole. Nació en Nueva Orleans en 1937 y se suicidó el 26 de marzo de 1969. Aparcó el coche, conectó el extremo de una manguera al tubo de escape, introdujo el otro extremo por la ventanilla, se encerró en el vehículo y cerró los ojos para siempre. Sólo tenía 31 años. Pero, a pesar de su juventud, ya había comprendido que no podía sobrevivir en un mundo que había sabido percibir agudamente y con una sensibilidad que resultó insoportable e, incluso en su caso particular, fatal. 

Al final su inteligencia, su acertada observación y sus ganas de conocer ese mundo y esa sociedad que le rodeaban acabaron siendo la causa de su muerte, cuando deberían haber sido la causa de su reconocimiento y su genialidad. Tengo que reconocer que, cuanto más conozco la vida de John Kennedy Toole, más me recuerda a la de Mariano José de Larra, escritor y periodista español del siglo XIX. Ninguno de los dos supieron superar los defectos de esa sociedad a la que tan bien habían observado y tanto habían amado.

A pesar de su corta edad, La Biblia de neón es el segundo libro que se publica de John Kennedy Toole. En 1962 había escrito una primera novela que se publicó póstumamente en 1980: La conjura de los necios, que logró el Premio Pulitzer sólo un año después, en 1981.

El enorme éxito que obtuvo La conjura de los necios llevó a la madre y albacea de John Kennedy Toole a intentar publicar La Biblia de neón, que había sido escrita cuando este malogrado autor tenía sólo 16 años. Pero el manuscrito de esta obra sufrió numerosos litigios, hasta que por fin un juez decretó que o bien los herederos encontraban la forma de repartirse la novela, algo imposible, o bien se autorizaba su publicación y el reparto se hacía sobre el dinero producido por la venta de la novela.

Por fortuna para los lectores, La Biblia de neón se publicó finalmente en 1989, veinte años después de que su autor se quitara la vida y treinta y cinco después de que escribiese esta joya literaria. He tenido la suerte de encontrar esta gran novela en la biblioteca y de poder disfrutarla dos años después de haber leído La conjura de los necios. Tengo que confesar que leí La conjura de los necios gracias a las continuas recomendaciones de mi chico y lo mismo me ha ocurrido ahora con La Biblia de neón.

En sus dos obras John Kennedy Toole hace gala de un gran sentido del humor negrísimo pero, sobre todo, de un exquisito cinismo, una aguda crítica social y un despiadado sarcasmo. En definitiva, una enorme maestría literaria mezclada con grandes dosis de sátira e ironía.

En La Biblia de neón John Kennedy Toole logra, en tan sólo 186 páginas, trasladarnos a una población miserable del profundo Sur de Estados Unidos durante los años que precedieron y siguieron a la Segunda Guerra Mundial. Allí sobrevive David, un adolescente demasiado unido a su madre, que desconoce y teme en exceso a su padre y que admira exageradamente a su tía Mae.

Porque a David, al contrario de lo que les sucede a sus compañeros de clase, a sus profesores, a sus vecinos e incluso a sus padres, no le importa el qué dirán, las apariencias, lo que puedan pensar los demás o mantener esa doble moral que envuelve y ahoga al pueblo y de la que no pueden escapar, ya que esa Biblia de neón que ilumina el cielo en la oscuridad les observa y se lo recuerda todas y cada una de las noches.

Y lo mismo hacen el predicador y la señorita Watkins. David no entiende por qué sólo ellos dos son capaces de decidir quién puede ir a la iglesia y quién no. Quién es lo suficientemente rico para asistir a los oficios religiosos y quién no. O quién debe marcharse del pueblo por su comportamiento deshonesto e inmoral e, incluso, a quién deben encerrar en un asilo, en un hospital o en un manicomio.

David tampoco entiende por qué todo el pueblo les hace caso. Y por qué él y su familia se han convertido en unos parias, en unos apestosos a los que todo el mundo evita, ignora y, sobre todo, juzga y critica sin ningún tipo de pudor ni de piedad. Para él su madre no es una mujer que se ha vuelto loca tras la muerte de su marido en Italia combatiendo en la Segunda Guerra Mundial, sino una mujer que ya no es su madre, sino una extraña a la que ya no conoce y a la que teme pero que, sin embargo, sigue cuidando con gran amor y dedicación.

Para David, a pesar de su corta edad, de su ignorancia, de no haber salido jamás de su pueblo, vivir en las colinas en una casa que más bien parece una chabola no es ninguna deshonra ni ningún motivo para sentirse humillado o inferior al resto de sus compañeros. Como tampoco lo es haberse quedado en el pueblo trabajando en el drugstore y no haber estudiado la educación secundaria ni haber ido a la universidad, como sí han hecho sus compañeros de colegio.

Pero, sobre todo, si hay algo de lo que David se siente orgulloso es de su tía Mae. A sus sesenta años, la hermana de su madre escandaliza a todo el pueblo con sus peinados, sus vestidos, sus tacones y, sobre todo, sus pretendientes, sus amantes y sus novios. Pero a David no le avergüenza nada de esto, sino más bien todo lo contrario. Conforme crece, se siente más unido a su tía, con quien comparte dudas, miedos, preguntas, inseguridades y confidencias. Ella es su única amiga. La única persona en la que puede apoyarse para hacer frente a su corta pero triste existencia.

Por eso, cuando David descubre que su tía Mae los ha abandonado a él y a su madre y tras su primer pero doloroso e insuperable desengaño amoroso, este adolescente protagonizará un sangriento, escalofriante e inesperado episodio que pondrá fin a la vida tal y como la había conocido hasta entonces.

Pero ni el autor ni mucho menos el lector juzgan a David. Muy al contrario, David resulta un personaje entrañable, inolvidable, que provoca en el lector grandes dosis de lástima, de compasión, de ternura y de cariño. Porque David es una víctima de la sociedad en la que le ha tocado vivir. Una sociedad dura, cruel, egoísta, envidiosa, llena de un fanatismo religioso al que no le importa hacer estragos en la vida de los ciudadanos. Una sociedad violenta, brutal y, sobre todo, inhumana.

Por todo ello, a David, al igual que le ocurrió a John Kennedy Toole quince años después de haber escrito la historia de este adolescente maltratado por la vida, no le queda más remedio que huir de un mundo que ni comprende ni le comprende. De un mundo del que no quiere ni puede formar parte. De un mundo al que, por fin lo sabe, no lo entiende porque es incomprensible, injustificable e imperdonable.

Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí.