Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez

Título: Los girasoles ciegos

Autor: Alberto Méndez

Editorial: Anagrama

Año de publicación: 2004

Páginas: 155

ISBN: 8433968556

Llevaba ya demasiado tiempo leyendo y escuchando muchos comentarios, opiniones y críticas sobre Los girasoles ciegos, tanto del libro de Alberto Méndez como de la película de José Luis Cuerda. Y esta semana, por fin, me decidí a coger el libro de la biblioteca y, para no perder la costumbre veraniega, lo leí, lo reflexioné, lo disfruté y lo admiré en una tarde de piscina. Es un libro duro, que habla de miedo, de dolor, de sufrimiento, de dramas, de horrores. Pero, sobre todo, de muertos, de fantasmas, de derrotados, vencidos y humillados. Porque la guerra es así de cruel e inhumana y la derrota, mucho más. 

Con tan sólo cuatro historias, Alberto Méndez logra transmitirnos toda la realidad de la Guerra Civil y de la posguerra con un lenguaje claro, cercano, sin pelos en la lengua y, ante todo, sin miedo a dar voz a todos esos personajes que durante muchos, demasiados años, tuvieron que callar y a los que el miedo les impidió recordar a sus amigos, sus familiares, sus vecinos, sus maridos, sus mujeres. 

Así, Méndez brinda un querido homenaje a todos ellos. A los que murieron combatiendo. A los que fueron fusilados. A los que se pudrieron en las cárceles. A los que nunca descansarán en las cunetas. A los que intentaron escapar del horror y se encontraron un infierno aún más espantoso. No importa a cuál de los dos bandos perteneciesen. Todos fueron perdedores. Porque todos fueron víctimas de una guerra fraticida que sumió al país en la miseria, la pobreza, la injusticia, el rencor y el silencio.

Un silencio que Méndez trata de romper a través de cuatro historias sutilmente relacionadas entre sí. El capitán Carlos Alegría decide traicionar al Ejército Nacional, rendirse y entregarse al bando republicano el mismo día que las tropas de Franco logran entrar en Madrid porque no le importaba ser un rendido. 

Un niño que sueña con ser poeta y huye al monte con Elena, su novia, embarazada de ocho meses, para escapar de la muerte sin sospechar que la muerte les espera a todos ellos en una cueva. Juan Senra, un preso republicano que se enfrenta cara a cara con sus verdugos y, sobre todo, con la muerte, con tal de conservar su dignidad y la des sus compañeros de celda, de guerra, de derrota. 

La última historia, para mí la más dura y la que más me ha impactado, nos adentra en los sentimientos que empujan a un joven diácono, fanáticamente religioso, a acosar a un alumno y a la madre del niño, llegando al límite de destrozar la vida de toda la familia mientras a él lo único que le importa es purgar sus pecados a través de un fascismo apostólico.

Estas cuatro historias no son reales. O tal vez sí. Como se advierte en la contraportada de esta magnífica novela, todo lo que se narra en este libro es verdad, pero nada de lo que se cuenta es cierto. Gracias a personajes cercanos, reales y, sobre todo, humanos, comprendemos que no importa si estas historias ocurrieron o no en la realidad. 

Porque lo único que de verdad importa es que las trágicas consecuencias de la Guerra Civil sí fueron reales. Y que da igual quién nos las cuente. Porque lo realmente relevante es que alguien, sea quien sea, nos las cuente, nos las recuerde, para que las conozcamos, para que no las olvidemos, para que nunca vuelva a pasar, para que jamás se repita.

Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí.