lunes, 10 de mayo de 2010

Los renglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena

Publicado por Goizeder Lamariano Martín

Título: Los renglones torcidos de Dios
Autor: Torcuato Luca de Tena
Editorial: Planeta
Año de publicación: 1979
Páginas: 436
ISBN: 9788408081357

A lo largo de los cuatro años que estudié Periodismo en la Universidad de Navarra mucha gente, tanto profesores como compañeros de clase, me recomendaron leer Los renglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena. Y aunque ya han pasado cuatro años desde que terminé la carrera, por fin les he hecho caso. Esta obra es muchas cosas a la vez. Para algunos puede ser un curso acelerado de Psicología. Para otros, un retrato de seres humanos que ya no lo son o, al menos, ya no lo parecen, una fotografía de auténticos monstruos de feria. También puede ser una dura y al mismo tiempo realista visión del funcionamiento de manicomios y hospitales psiquiátricos. 

Y, por si no fuera suficiente con todo lo anterior, además puede resultar una feroz crítica de las rivalidades que surgen entre compañeros de profesión. Los renglones torcidos de Dios es todo esto y mucho más. Lo primero que llama la atención de esta novela es su profundidad y su intensidad. Sin prácticamente salir de un hospital psiquiátrico, Torcuato Luca de Tena logra dejarnos sin aliento al mismo tiempo que su obra nos deja una profunda huella. No podemos evitar pensar constantemente en la novela, incluso días después de haberla leído. Luca de Tena nos encierra, nos ahoga, al igual que les ocurre a los personajes de la historia, entre esas paredes que albergan psicópatas, sociópatas, paranoicos, dementes, esquizofrénicos y hasta terroristas. No en vano, el propio Luca de Tena ingresó en un sanatorio antes de escribir esta obra. Y quizá este sea uno de los principales aciertos del autor para abordar la incomprensible, lejana y desconocida vida de unos personajes que, al final, se convierten en cercanos, conocidos y comprensibles, en esos renglones que, aunque torcidos, no por ello dejan de ser humanos.


La diferencia entre esos personajes y los lectores es que nosotros, conforme avanzamos en la lectura, somos capaces de reflexionar sobre los diferentes grados de locura que desfilan a lo largo de esta brillante novela. Y, al hacerlo, también somos capaces de cambiar nuestra percepción y, muy especialmente, nuestra opinión sobre esos seres. Porque si algo se desprende de esta obra es que, ante todo, los personajes que describe, todos y cada uno de ellos, son seres humanos, a pesar de sus miserias, sus debilidades y sus locuras. Así, pasamos del asco, la lástima, el pudor y la repulsión que nos provocan en las primeras páginas a la comprensión, la simpatía, la ternura y el cariño que sentimos por ellos, aunque casi no seamos conscientes del cambio que se ha producido en nosotros.

Mención especial merecen los sentimientos que logra provocarnos la protagonista de esta novela: Alice Gould, Alicia de Almenara, la Rubia, la Detective. La llamemos como la llamemos, esta mujer independiente, inteligente, femenina, segura de sí misma, con una fuerte personalidad, elegante, egocéntrica y, por encima de todo, hipnótica, fascinante y ególatra nos arrastra con ella hacia un laberinto lleno de misterios, historias paralelas, rivalidades, enfrentamientos y, sobre todo, mentiras, muchas mentiras.

¿O tal vez no lo sean? ¿Quién dice la verdad? ¿Quién miente? ¿Qué historia era la auténtica, la real, la verdadera, la de antes o la de ahora? Y, sobre todo, ¿qué parte corresponde a la realidad y qué parte a la imaginación, a la paranoia? Estas y muchas más preguntas trastornan fuertemente no sólo a Alice Gould y a los médicos que la atienden sino, muy especialmente, a los lectores.

Sin embargo, aunque el deseo de conocer la respuesta a todas estas incógnitas es lo que nos empuja a seguir leyendo, al mismo tiempo estas dudas y estas incertidumbres pasan a un segundo plano conforme los sentimientos de los personajes se transforman en lo más importante de la historia.

Por eso, sólo al final comprendemos que no importa si Alicia está loca o no, si su marido es o no culpable de su encierro en el psiquiátrico, que tampoco tiene importancia saber qué parte de la historia es cierta y cuál inventada, qué médicos son inocentes y cuáles cómplices y, por tanto, culpables. Porque lo único relevante de esta historia no son las mentiras o la locura de los personajes, sino el hecho de que, en mayor o menor medida, todos estamos un poco locos y que, mientras no hagamos daño a nadie, eso no importa. ¿O si?

Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí

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